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jlacu1

diario de un viatje

Ocho y ocho de la mañana (algo más tarde incluso), y salimos rumbo a la ciudad. Los tres equipados con los mejores ropajes de road movie. Se producen los saludos de rigor. El gran bólido espera al ralentí y por fin avanza lleno de gasoil, aislantes y sacos. Las primeras conversaciones intrascendentes preceden a otras más interesantes, y aparecen vocablos raros en bocas especiales. Me gusta ser vuestro conductor. Me gusta mirar a la derecha y echar también un ojo por el retráctil. Sabéis como hacerme reir, mientras yo sé como entrar en vuestro juego. Me gusta vuestro juego aún no siendo el surfero preferido. Las dos horas y media largas de trayecto se hacen cortas en la conversación pero largas para mi vejiga.

La llegada es atropellada y el camino a la finca no es el más directo. Con más gloria que pena llegamos al lugar y se produce el primer gran montaje. Una superproducción que clarifica los roles en nuestra organización. Yo soy un peón más que colabora y se hace un hueco dentro de tan tremenda jaima (gracias tíos).

Llega el momento de cambiar el armazón interior para preparanos para el primer gran contacto con el líquido elemento. La costa está abarrotada, como no podía ser de otra manera y nos cuesta hacernos un hueco. Al final lo logramos y aprovechamos dos horas de sol y una de viaje en bus para preparar la llegada del cuarto miembro.

Su llegada es bendecida con los mayores vítores y un obsequio muy especial, y en ese mismo momento se produce el altercado. Sí sí, allí mismo fue, los cuerpos de seguridad reclamaban testimomios de lo ocurrido. Nuestra colaboración se tradujo en ser morbosos, en pasar una y otra vez por el lugar. Fue intencionado, lo sabéis. La noche del viernes fue tranquila, una cerveza al abrigo del kursaal y miles de respuestas falladas en el trivial. Supongo que debo admitir la derrota pero la de Brooke Shields deberíais dármela como válida.

El día amanece perezoso. Así lo dicen nuestros ojos y los zumos. Las conversaciones de esterilla y chanclas nos hace pensar de nuevo en la arena quemada de la playa. Esta vez vamos a ir más allá. Algún miembro consagrado quiere ver las banderas negras de los piratas y aceptamos con gusto su propuesta.

Allí estamos la parte final de la mañana y un buen rato de la tarde después de comer pasta y plato combinado. Para ese momento ya somos cinco. Cinco es igual a dos más tres en nuestra parcela. La construcción del segundo habitáculo se salda con dos heridos y ganas de ir de tapas. Hicimos caso a nuestros altos instintos y nos ponemos a ello. Quién nos iba a decir dos días antes que tendríamos un sitio preferente en la katedral de las brochetas. Muy rico todo. Nos gusta tapear, pero lo que realmente nos gusta del tapeo es comentar lo que nos gusta tapear. El cansancio pudo y la noche fue corta, aunque siempre lo pasamos bien. Un besito en la frente y a la cama que mañana hay que aprovechar el día.

A fé que se aprovecha. Vuelven los batidos y las napolitanas a ser protagonistas. Se está genial pero hay que deshacer lo hecho y dejar todo bien atado. Ese gran coche se llena y se llena pero siempre tiene huecos para todo. Eso está claro no? SIEMPRE HAY UN HUECO EN ÉL! Qué bueno, nos vamos al fast food más reputado. Una comida bien preparada, una fruta mejor escogida y de nuevo al calor del Sol. Fue buena idea coger el inflable. Hasta conseguimos avanzar unas millas con él. Ducha fría porque así lo quieren en Sanse y a coger el carro para despedir al quinto y preparar el regreso de los cuatro a la ciudad del viento (también la ciudad de los 40 grados). Qué buen viatje de vuelta, qué grande nuestra victoria, qué gran copiloto, y qué ganas de repetir.

A grandes rasgos es lo que pasó.

Sigo escuchando y canturreando a Quique González y sus Pájaros Mojados.

1 comentario

Pako -

Aquí cuando se lee algo así se dice que es MARABILLOSO!!! sí sí, con B porque ya digo que es aquí.
Y esto de lo mejor que leo últimamente, y el Sr. Lacu... un figura!!
Abrazo fuerte, hasta pronto!